martes, 12 de julio de 2011

La transexualización del Bixdáa

“I change shapes just to hide in this place but I'm still, I'm still an animal
Nobody knows it but me when i slip yeah i slip
I'm still an animal”
Miike Snow

El Bidxáa  es un personaje mitológico, atribuido a la cultura zapoteca del Istmo de Tehuantepec.  En su vocablo significa “ser que cambió” o “el cambiado”.

El Bidxáa es una persona que puede transformarse en animal, un nahual.  Según las culturas mesoamericanas, cada persona tiene su nahual, el animal que lo marca bien para protegerlo o condenarlo.


Anteriormente  cuando un niño nacía, la madre ponía ceniza en torno al sitio donde el niño iba a dormir. Porque por la noche aparecería el nahual del niño y por las huellas en las cenizas la madre podía saber qué nahual era.

De acuerdo con Carlos Saravia de San Blas de Atempa, ser bidxáa se les atribuye a personas brujas o místicas. El Bidxáa es el sabio que supo pasar del mundo humano al universo animal. Este se transforma al caer la noche según cuentan en marranos grandes.


El bidxaá de acuerdo con los zapotecos está desapareciendo. Ahora son, por lo general, personas de edad avanzada de cualquiera de los sexos que viven muy solas.


Saravia cuenta de una señora que era Bixdaa y siempre andaba cerca de árboles de mango o tamarindo. Ante un temblor se ponía en el suelo a rodar para agarrar la energía de la tierra. Se murió y nadie supo de su muerte hasta que su cuerpo empezó a podrirse y apestar.



La transformación sucede cuando una persona se mete el dedo por el ano. Ya de un tiempo le sale la cola del marrano y se empieza a transformar. Se dice que suelen perseguir a la gente.  Se entiende que el bidxáa es peligroso, sobre todo para las mujeres embarazadas.


Se cree que para cambiarlos se tiene que orinar sobre una piedra y pegarles con la piedra orinada.
Los cerdos en nuestra cultura están asociados con hacer negocios, intercambios, con la salud o la enfermedad, la fecundidad y los deseos impuros como egoísmo, reveldía, codicia, el pecado, la suciedad y trampa.

Evidentemente hay un significado sexual en el mito del bidxáa. El tabú del ano asociado al peligro y a la transformación. La transformación asociada al pensamiento mágico, a la espiritualidad y gracias a la cristianización a los pactos con el diablo.


La vejez y la soledad, asociada a su rareza. Son personas que decidieron alejarse del dogma de la asociación y la familia. Probablemente algunas veces son homosexuales también. Eh ahí el estigma. 

El mito y el signo esconden consignas que desifrandolas nos acercan al imaginario de los pueblos que las transmiten generacionalmente. La identidad también es una construcción social.

En los sueños está la esencia, en el arte de la representación, en la mascará que es un espejo de nosotros mismos y del otro.


La esencia es lo que no podemos mostrar pero con una máscara. Es la posibilidad manifiesta y la síntesis hecha código.

La esencia es la resistencia al vacío; la nada. Existe y tiene entidad, eh ahí la necesidad de representar, de identificarse. Hasta en el mirar hay un lenguaje y el cuerpo contiene toda la información.


El mito del bixdáa tiene una función reguladora del cuerpo, y protectora de las prácticas normativas. El bixdáa asociado con tabú del ano, visto como algo contra natura,  peligroso y esotérico. Haciéndolo el creador del caos, aquello que es el verdadero motor en el viaje del tiempo, la historia, las resistencia o mas bien re-existencias.

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