Por Estuardo Mendoza
Encontré otro no-lugar que me invita a dialogar con “migo” y “mismo”, a hablar solo y observar con atención. A exponer el adentro e internar el afuera. Seré esnob o es que allá (afuera), hay un conflicto inminente.
Aquí es inevitable no ver el lenguaje universalizador de un gobierno "socialista y cristiano", el rosa homosexual ha invadido una ciudad que se abre a explorar ese (otro) escenario, la estrella de la utopía y su rojo-negro prometen hacer pasado en presente, recrear un tiempo perdido, prometer un futuro diferente, siempre.
Lo explican mejor las visuales que recoge Ernesto Calvo de la Managua en su blog: http://imagen-texto.blogspot.com/2011/01/desviaciones-del-rojo.html
En Nicaragua, aunque hable distinto, sea "el chele", no me siento ajeno. Por contrario siento una atracción que me amarra y relaciona con su polvo y la memoria de sus muertos. Mi hambre por descubrirla me invita a simular una respuesta imaginaria a esta árida navidad sin fin. ¿Qué esconde la gente? Tal vez nada de esto que intento encontrar tiene sentido y lo que leen es esto solamente el monólogo de un loco dormido. Pero no más dormido que la idea comprometida con el relato de la “causa”, el relato del río, otro cuento más de la tradición oral de la finca. ¿Es el rió aquí un personaje? El hijo de Nicaragua, la gallina de los huevos de oro, el objeto de deseo.
Porque en las venas de su gente pasa el río y no me asustaría que la poética “cuanto río pase por mi piel es Nica”, se encuentre con los transeúntes desde alguna pared en la gran ciudad-campo.
La paradoja ciudad-campo, sospecho que es un meta-relato. Algo asociado con la identidad política. Aquí, (donde sea), nos sentimos más abajo que el campo. Campo-ciudad es más que una injusticia, una relación parasitaria o un proyecto de pensar "norte"; es la misma cosa.
Sospecho también que la vida es una performance del wild west. Me expongo al no lograr mimetizarme con el cow boy latinoamericano que acaba por no identificar a los sujetos detrás de la máscara que protege al ego; el tabú.
¿Cuánto twist le puedo dar a una historia para salir de los convencionalismos, salir de sus códigos, recrear algo diferente, un deseo imposible?
Lo que está perdido va a suceder, el lago es sucio pero tiene atardecer. Eso espero de Nicaragua, el dinosaurio dormido: ¡que despierte!
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