viernes, 9 de septiembre de 2011

Doña Juana C. Romero; la mama grande de Tehuantepec.



La mamá grande de Tehuantepec, doña Juana Catalina Romero, nació en el año de 1835 en Tehuantepec, Oaxaca. Fue una india Zapoteca de piel bronceada, esbelta, joven y de muy buena talla que a los blancos les encantaban, sus corazones no resistían adorarla mentalmente, toda la población la conocían como la didjaza que en zapoteco quiere decir “la Zapoteca”.


El conde Brasseur francés, en una expedición que hizo por el Istmo de Tehuantepec, dijo: Que la primera vez que la vio quedó impresionado por su aire de soberbia y orgullosa, por su rico traje indígena, tan parecido que los famosos pintores europeos la representaban como la diosa Isis, él creía ver en ella a la diosa Egipcia Cleopatra en persona; manifiesta que esa noche ella llevaba una falda de tela rayada color verde agua, enrollada al cuerpo, envuelta en pliegues desde la cadera hasta un poco más arriba del tobillo; con un huipil de seda encarnado rojo, bordado de oro, una especie de camisola con mangas cortas desde la espalda velando su busto, sobre el cual se extendía un gran collar formado por monedas de oro encadenadas unas a otras; su cabello separado en la frente y trenzado con largos listones azules, formando dos preciosas trenzas, que caían sobre su cuerpo; y otro huipil de muselina blanca plisada enmarcaban su cabeza con los mismos pliegues y de la misma manera que la acalántica egipcia; dijo también que jamás había visto una imagen mas impresionante de ” Isis y Cleopatra”.

El pueblo de Tehuantepec la respetaba, teniéndola como una bruja, conocedora de hierbas, sortilegios y brebajes, capaz de hacer florecer un botón de rosas para encender la pasión del amado, con sólo pronunciar tres palabras o comunicarse con los nahuales o espíritus del monte Rayudija.

El conde francés, tardó meses en disipar el recuerdo de Juana Cata que gracias a su “atole real” de los antiguos señores, había sanado de una peligrosa enfermedad de fiebre y cuyas profecías sobre la compañía luisianesa de cumplirla ante sus propios ojos; el conde tardó meses en olvidarla y le dedicó largos capítulos de su Voyge L’Istme. (Viaje por el Istmo).

En 1861 llegó un hombre a Tehuantepec que nunca la olvidaría el capitán “Porfirio Díaz”. Ella fue con plena seguridad su informante y con toda posibilidad su gran amor, en el tiempo que fue gobernador y comandante militar en el Istmo. Según una leyenda tal vez inexacta pero si muy significativa; el general Porfirio Díaz siendo Presidente de la República logró que la empresa ferrocarrilera Transísmica desviará su ruta para que la vía pasara a dos metros del chalet estilo francés construido exprofesamente por órdenes del general Porfirio Díaz.
Doña Juana Cata ayudó mucho al capitán Porfirio Días durante su campaña militar.
Juana Catalina Romero, aprendió a leer y escribir a la edad de 30 años, para poder leer personalmente y contestar las cartas de su amado Porfirio. La falta de educación de su pueblo, la impulsó a fundar dos escuelas, una de varones y una de monjas teresiana para niñas. Los religiosos franceses regresaron a su país en 1914, mientras las monjas teresianas fueron muriendo de fiebre amarilla, por último llegaron las madres Josefinas que ya tienen mas de ochenta años en Tehuantepec.

Doña Juana Cata, la mamá grande sostenía a las dos escuelas para que su gente se cultivara, para ello fundó una escuela de enfermería y murió con el deseo de fundar un centro escolar de artes y oficios.

Juana Cata Trabajó el añil de un color azul y los mandaba a Oaxaca donde lo compraban los alemanes, así como el cacao. Juana en sus viajes a Europa trajo telas para el traje de los tehuantepecanos. Se recuerda que en las fiestas del centenario de la independencia mandó a su amado Porfirio Presidente de México una delegación de tehuanas; a partir de entonces se empezó el culto por la sandunga, vistiendo las tehuanas prendas floreadas netamente istmeñas. Lupe Vélez la artista en la película la sandunga se vistió de tehuana y año mas tarde el rostro de una tehuana quedó estampado en los billetes de diez pesos.

Doña Juana Catalina Romero trajo de Viena, encajes y telas gruesas de Manchester para el traje de los hombres. La mamá grande llegó a ganar el premio principal en Londres “El cristal Palaceaward” por el azúcar que mandó a concursar; así como en la feria de San Luis Missouri, EUA, obteniendo el primer lugar en ambos concursos.

Doña Juana Catalina Romero, nunca se casó, cuando el capitán Porfirio Díaz, la pidió en matrimonio, ella le dijo, dame tu mano derecha Porfirio, al tenerla entre las suyas le dijo; No puedo casarme contigo Porfirio, por que tu tienes una misión muy importante que cumplir en la vida y con la nación pero siempre te amaré.

Juana Catalina Romero, escribió un diario de sus viajes que hizo por Europa, tierra santa y otros lugares que visitó durante su recorrido. En el libro Santa Teresa y San Juan de la Cruz.

La profesora Juana Montero Romero, dice que apenas tenía 3 años, cuando en octubre de 1915 falleció la mamá grande, exactamente a los tres meses del fallecimiento de su amado Porfirio en Francia a la edad de 85 años, el 2 de julio de 1915, ella de 80 años. De sus funerales solamente tiene recuerdos, ella es nieta de Mariano Romero por línea directa materna y a quien Juana Cata educó desde niña.

La profesora ha manifestado que cuando iban a visitar el Castillo de Chapultepec, su mamá le decía “es este lugar comí varias con don Porfirio y su esposa doña Carmelita Romero Castello” y la señora siempre nos preguntaba de doña Juana Cata.

En Tehuantepec se encuentra el Chalet de doña Juana Catalina Romero, construido exprofesamente por órdenes del Presidente de la República general Porfirio Díaz, en su interior existen altos espejos del piso al cielo raso en las sala principal, que la profesora Moreno Romero conserva celosamente, la sala no se usa y del antiguo Chalet se conserva como recinto sagrado, el tiempo inexorablemente empieza a deteriorar las sillas y los sofás de avellana a la Luis XV. En La parte central la efigie de doña Juana Catalina Romero dibujado a carbón de dos metros cuadrados, vestida de negro y bien plantada con la mirada al infinito, talvez recordando a su amado capitán.

La sala construida es de arquitectura francesa de finales del siglo XVIII, doña Juana supo compartir lo que tenía, por eso el pueblo la adoraba, ella la recuerda como una abuelita.

En el comedor se encuentra una mesa larga para 24 personas, una vitrina de cristal biselado, donde se guardan dos docenas de copas de bacarat con las iniciales “JCR” tallada en la parte superior en la repisa una vajilla de murano; en los estantes sobresalen tomos forrados de cuero de las obras de Santa Teresa editada en 1902, al fondo del chalet un altar con un Cristo de dos metros de alto y una estatua de madera traída de Barcelona España por ella; el comején ha ido destruyendo los libros y estatuas.

También se encuentran una escritura del año de 1913, donde ella donó unos terrenos al municipio y que se localizan detrás del panteón que debe sur utilizado para ampliar el panteón. En el panteón se colocó una estatua de “San Juan de la Cruz” que ella trajo de España.
En la plaza principal de Tehuantepec, se encuentra un monumento de bronce de doña Juana Catalina Romero, erigida en los años 50.





1 comentario:

  1. Gracias por la informacion. estoy muy feliz x saber de ella .me interese al leer el libro MI VIAJE POR EL ISTMO DE TEHUANTEPEC. donde un viajero frances narra como la conoce, le impacta su imagen la llamaban la DIDJAZA ahi la menciona. aun no llegaba porfirio diaz fue en 1859 . pero ahi no dice su nombre de ella. me pregunataba si en Tehuantepec habia algun recuerdo o conociminto de ella y al indagar mas es como llego a saber que fue Juana C. Romero..maravilloso y gracias

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