Las risitas, intercambio de miradas, porte de macho y uno que otro coqueteo son las practicas del cuerpo el proceso romántico del enamoramiento, que se daba en muchas cantinas y botaneros, espacios legitimados para ligar.
Un poco más de cerveza para aliviar el calor istmeño o para aguantar el frio en Quetzaltenango, se agarra valor. Se escoge una canción de rockola pa seducir,como: Te voy a conquistar de Espinoza Paz. Una letra dulciamarga o agridulce muchas veces habla de despecho, de un despecho macho, machista, porque no mayate. Estando aquí en México he llegado a pensar que más de alguna de esas canciones fue pensada para un chico que no pudo amar libremente a su cowboy.
Seducir a escondias se hace obvio. Desde la mesa se voltea a ver, si hay intercambio de miradas significa que algo muy interesante puede devenir. Entonces se llega a la otra mesa para intercambiar la primera o gesto como un hola o un brindis. Luego el cuerpo habla, el alcohol le quita lo tímido y lo buga a todos los tibios. Buga + cantina = mayate.
Así es, la cantina es el mejor lugar de ligue para un gay con un supuesto hetero, un buga. Es un lugar permisivo e informal. El cuerpo encuentra permisión en este espacio. Es el lugar del despecho, de los sueños rotos, las alegrías y las revanchas. La cantina es el lugar masculino de socialización en donde es permitido sacar las emociones reprimidas, llorar, reír, inclusive abrazar.
Lo que no se puede decir en familia, de padre a hijo, las parejas, etc. se dice con ayuda del alcohol en las fiestas. Como dice Gerardo Valdivieso “O se reconcilian o se hace más grande el problema.
A la caguama (Carta Blanca) se le llama familiar y hace sentir como familia a los amigos lejanos cuando tocamos el istmo.
Cada cantina tiene su visualidad, son por lo general bizarras, como entrar a un mundo aparte donde el tiempo parece como muerto. Escribo en una cantina de Tehuantepec, El Panal. En la pared se encuentra dibujado un camarón y un coctel de ceviche. El mantel de las mesas es celeste con flores de colores chillonas y las sillas las provee la cervecería. En frente, la pantalla LCD colgando en la pared y asegurada con una cadena metálica y candado. Pasa imágenes de chicas semidesnudas mientras la rockola o el karaoke siguen.
El sentido “cantina de mala muerte” puede venir del hecho de que se deja un poquito de vida ahí, donde se ahogan las penas, la mayoría de las veces con el consuelo de un muxhe. En las paredes mohosas de sus baños no hay censura, por lo general están cargados de jeroglíficos de sexo, dibujos caricaturescos de falos, vaginas, senos, interacción sexual, números de teléfono y frases provocadoras. En pared o mesa de la cantina se pueden leer otro tipo de jeroglíficos, un corazón con el nombre de dos enamorados, frases del alma o del ego que rinden culto a la existencia.
La epistemología del verbo “cantinear”, tiene dos significados. Rigurosamente podrá significar ir a la cantina para los mexicanos. Sin embargo en Centroamérica tiene también la connotación de la seducción. Seducción y cantina no se contradicen. Cantina es un espacio de descarga, cortejo o de alivio sexual o emocional. Cantinear es el acto de cortejo en el coloquial guatemalteco, un ritual que involucra todos los sentidos, olfato, mirada, escucha, tacto, gestualidad y percepción.
Yessy, una mesera muxhe, de piel trigueña, labios gruesos y pierna robusta (incluye nalgas). No solo levanta miradas, los más machos la quieren entre sus piernas y ella lo sabe. Ella es cantinera (mesera de cantina) y está expuesta a la cantineada en un espacio de permisividad para la performativa mayate. La cantina es un escenario sureal, tanto en Guatemala como México.
Hay quienes viven en ese otro mundo, se corroen con él ambiente que se hace pesado que huele a arrabal y el licor más barato de la noche anterior. Bajo de agua o mejor dicho bajo sabana, se culmina con el cometido de cantinear (ir a la cantina y cortejar). Un secreto que se esconde detrás de la piel de los hombres y con su complicidad. Donde se sabe, existe.
¡A cantinear se ha dicho!
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